LA FINCA
Las raíces no se ven, pero sostienen.
Y aquí, en estas 17 hectáreas de encinar y alcornocal, todo brota de ellas.
Muros de piedra seca,
ovejas que pastan cuando la estación lo permite,
ciervos, jabalíes, zorros y aves que recorren libres el paisaje.
No hay caminos trazados.
Solo los que dibujan el tiempo y la costumbre.

La finca no es antesala.
Es origen.
Centro de calma, de memoria, de vida natural.
Todo lo demás sucede gracias a esto.

Viajar al origen.